Plan de contingencia

"Era tanta mi ansiedad que prefería no ir a las reuniones, no ir a comer con la gente de la oficina, y hasta dejé de ver a mis amigas."

Como si no fuera suficiente tener que volver a acostumbrarme a estar en lugares rodeada de más de 5 personas, ahora tengo que acostumbrarme a VERLES FUMAR. Siempre pensé que el reto más difícil sería dejar el cigarro que me fumaba con mi café, por el amor que le tenía a ese ritual, pero el COVID y las restricciones de salud no me habían permitido darme cuenta del gran reto que significaría volver a salir con amigas y amigos, estar en el trabajo o en una reunión familiar, que alguien sacara un cigarro y yo tener que quedarme ahí; sentada, observando como esa persona o personas disfrutaban de lo que yo ya no. 

Al principio, era tanta mi ansiedad que prefería no ir a las reuniones, no ir a comer con la gente de la oficina, y hasta dejé de ver a mis amigas. Sin duda era una estrategia que funcionaba pues al no tener la tentación de ver a las demás personas fumar, no se me antojaba ni sentía el impulso de prender un cigarro, pero entendí que eso no iba a ser posible para siempre. Con el paso del tiempo me di cuenta de que era una etapa del proceso: tenía que acostumbrarme a la idea de que no porque yo había tomado la decisión de dejar de fumar, quería decir que todo el mundo tenía que hacer lo mismo. No podía aislarme del mundo para siempre. 

Fue así que comprendí que necesitaba tener planes; planes de acción que me evitaran la terrible ansiedad, las ganas de regresar a fumar cada vez que alguien prendiera un cigarro, y seguir teniendo vida social. 

Lo primero que se me ocurrió fue, literalmente, moverme de lugar. En promedio, una persona tarda entre 3 y 5 minutos en fumarse un cigarro lo que significaba que necesitaba encontrar algo que hacer o encontrar un lugar a dónde moverme durante ese tiempo. Sorprendentemente, esto sirvió más de lo que pensé. Si alguien prendía un cigarro en una reunión, me paraba a prepararme algo de tomar, al baño, o si la reunión era lo suficientemente grande, solo me cambiaba de grupo de personas. Paradójicamente, me acabé volviendo más social que antes. 

Poco a poco, estar con personas que fumaban se fue haciendo más tolerable, pero no al 100%, por lo que empecé a cargar con mis pelotitas de ansiedad. Cada vez que alguien prendía un cigarro, tomaba mis pelotitas y me concentraba en ellas. Tener la mente ocupada en algo siempre ha sido mi mejor herramienta. 

Hoy, aunque ya no me es tan difícil convivir con fumadores, trato de hacerlo lo menos posible; así no tengo la tentación de pedir uno y no regreso a casa con el pelo y la ropa oliendo terriblemente mal ( algo que no extraño ni un poco ). A veces, también me animo a compartir mi historia y a dar uno que otro consejos a ver si puedo sacar a un par de valientes del lado oscuro de la fuerza. Y ha funcionado en más de una ocasión. Bonitas sorpresas de la vida.

Written By Smokefree Oregon Xime
Posted 3/5/2022

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