Cuando dejé de fumar, mi abuela siempre fue uno de mis apoyos más fuertes. Tuvimos muchas pláticas sobre las razones por las que ella había dejado de fumar. Siempre he admirado la fuerza de voluntad que tuvo para dejar el cigarro, inspirada por las ganas de pasar más años junto a su familia. Platicamos mucho de la ansiedad que he vivido en mi proceso y de cómo ella se sintió igual, pero en su momento no supo cómo nombrar esa sensación porque no contaba con apoyo. Me di cuenta que compartir experiencias y sentirme acompañada por ella, me daba muchos ánimos para seguir adelante.
Este último año ha sido muy difícil para las dos, ya que no hemos podido compartir tiempo físicamente por el miedo a contagiarla de Covid. Por eso, cuando empezó la jornada de vacunación en el estado, una ola de emoción me inundó, pues empecé a ver más cerca la posibilidad de pasar tiempo con mi persona favorita.
Entonces empezó la plática complicada; mi abuela no se quería vacunar por cosas que había escuchado en su facebook. ¡Cuánto daño hacen quienes circulan cosas falsas y juegan con nuestra salud! Así que dediqué varias horas a encontrar información confiable.
Ella siempre me decía: “tienes que dejar de fumar porque yo estoy aguantando para verte crecer y no quiero ver cómo te haces mal y te quitas años de vida a mi lado”. ¡Era momento de voltear las cartas!. Ahora le tocaba a ella confrontar sus miedos para poder seguir pasando tiempo juntas.
El miedo de mi abuela a vacunarse era muy similar a mi miedo a dejar de fumar. Nos preocupaban los efectos físicos o emocionales, la incertidumbre del futuro y el miedo a lo desconocido: “¿qué tal si después me siento peor?”. Me tocaba ser el apoyo que ella fue para mí.
En estas pláticas, ella pudo compartirme todos sus miedos y yo pude compartirle toda la información real sobre las vacunas. La ayudó mucho ver por sí misma todos los beneficios que podría traerle. ¡Incluyendo poder volver a reunirnos!
Hoy vacunaron a mi abuela y fue un gran día.
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