Romeo es guatemalteco y hace 24 años huyó junto a sus hermanos del conflicto bélico en su país. Es intérprete de Maya Quiché y trabaja para una compañía que realiza diferentes tipos de trabajos para el condado de Multnomah. Su gusto por el cigarro le fue impuesto durante la guerra cuando solo tenia 14 años. “Muchos corrimos de las balaceras y ya cuando estábamos en el monte los soldados nos ofrecían cigarros o chocolates. Como hacía un chingo de frío yo preferí los cigarros”, rememora.

Empezó a fumar por el frío, pero luego encontró amigos con los cuales compartir el vicio. Ha fumado durante 30 años. Sabe que esta mal, que le hace daño y por eso le da pena fumar en público. “Muchos amigos no saben que fumo. Lo mantengo en secreto porque me siento mal y me da vergüenza mostrarlo. A veces me escondo en el carro para fumar y que nadie me vea. Ahora solo fumo con los amigos a los que les tengo confianza.” El sentimiento de culpa es tal que ni siquiera se atreve a contarle a sus hermanos. Romeo cuenta que ellos fumaron y bebieron mucho, pero que ahora lo dejaron, y por eso le da pena que se enteren de que él no ha sido capaz.

Romeo es consciente de que está dañando su salud y su economía. “Los cigarros son cada vez más caros, me ahorraría una feria si no fumara”. Por eso ha intentado dejarlo varias veces. Ha probado con parches de nicotina pero ha recaído. “Cuando alguien está fumando, es lo más difícil para mi. Me da mucha tentación. Pero he aguantado dos semanas sin fumar, a la brava. Me he dado cuenta de que sí puedo dejarlo”, cuenta con satisfacción en el semblante. Romeo cree que necesita a alguien que lo anime porque cree que todo está en su cabeza. “Quizás necesito ayuda psicológica”.

Uno de los mayores incentivos para dejar de fumar es su pasatiempo principal: el futbol. A sus 57 años es el delantero estrella del equipo y cree que si deja de fumar podría agitarse menos y correr más. Romeo no es un hombre que se rinda fácilmente, trabajó 14 años para una organización y después de muchas negociaciones con la ciudad y el condado logró que abrieran un centro para que los jornaleros migrantes no esperaran en la calle para que los contrataran.