Ángel dejó a sus amigos y familia para venir a estudiar a los Estados Unidos. Cuando menciona a sus amigos, también recuerda que comenzó a fumar por curiosidad y por imitación de sus compañeros más grandes. “Fue como a los 12 o 13 años, creo que buscaba la aceptación social de los más grandes”, rememora. En ese entonces no le gustaba mucho el cigarro, pero lo hacía sentir que era más grande de lo que era, así que, casi sin darse cuenta, fumar se convirtió en un vicio cuando entró a la universidad.
Su mamá siempre estuvo en contra de que fumara. Le decía que le iba a dar cáncer porque el cigarro tenía muchos químicos. “Me tenía que esconder de ella”, dice Ángel y en su voz resuena un poco de arrepentimiento. Ángel menciona que intentó dejarlo unas cuantas veces pero siempre volvía. “Fue hasta que regresé a México y me sentí muy mal: me subió mucho la presión arterial. Así que mi doctor me recomendó que dejara de fumar”. Su papá había sufrido mucho de hipertensión y conocía personas cercanas que habían muerto por esa afección, así que decidió dejar el tabaco de una vez por todas.
“Te mentiría si te dijera que fue fácil, a veces hasta soñaba que fumaba”, recuerda Ángel. Pero pudo más su fuerza de voluntad y las ganas de darle un buen ejemplo a sus niñas pequeñas. Tampoco quería ocasionar problemas a su esposa. “Enfermarte en los Estados Unidos es carísimo, la salud no es gratuita como en México, y la verdad no quisiera que me hospitalizaran y dejarle una cuenta de $5,000 a mi familia”. Ángel cuenta que le debe mucho a su doctor en México porque lo animó a tener una mejor calidad de vida y lo acompañó durante tres meses a través de consultas de seguimiento. Así que cuando regresó a los Estados Unidos ya nunca más volvió a fumar. “Hasta regalé la cajetilla que tenía en casa”.
Empezó una vida más saludable: mejoró su alimentación, se hizo vegano, le bajó al alcohol e intentó hacer un poco más de ejercicio. Lo único que ha mantenido es el café. Si bien su presión arterial sigue siendo un problema, no necesitará medicación de por vida gracias a que dejó el cigarro a tiempo. “Quería tener una buena calidad de vida, veo a la gente que está conectada a un respirador y no quería estar así de grande. Creo que tomé una buena decisión.”