Ahora que el sol ya se hace más presente en nuestros días, he retomado el hábito de darme un pequeño descanso activo a medio día mientras saco a pasear a Toby, mi perro, a la hora de mi lunch. Normalmente mi pareja es quien pasea a Toby a esta hora pero desde que dejé de fumar, estar al aire libre me ha ayudado mucho a lidiar con la ansiedad o con el antojo de fumar después de comer. Así que, con mi sándwich en una mano y la correa de Toby en la otra, me di un descanso del trabajo en casa y me dispuse a disfrutar de un merecido momento de tranquilidad. Sin embargo, lo que encontré en mi camino no fue precisamente relajante.
A mitad de nuestro paseo, Toby se detuvo a olfatear algo. No le di mucha importancia pues últimamente todo le causa maravilla, hasta que me di cuenta que estaba intentando jugar con unas colillas de cigarro. Toby comenzó a moverlas antes de que pudiera detenerlo. Me horrorizó pensar en las toxinas que podría estar ingiriendo si se hubiera tragado una. Las colillas de cigarro, con su apariencia inofensiva y diminuta, son en realidad una de las formas más comunes de contaminación.
Tomé una bolsa biodegradable y recogí las colillas para después tirarlas a la basura.
Cuando dejé de fumar, uno de mis mayores incentivos fue investigar más a fondo los efectos que fumar tenía en mi, en el medio ambiente y en las personas que amo. *Así fue como aprendí que las sustancias químicas que se quedan en las colillas, como el alquitrán y la nicotina, pueden filtrarse en el suelo y el agua, afectando a la salud también de los animales que viven en nuestras comunidades y llegando a nuestras fuentes de agua potable.
Desde entonces, las colillas se han convertido en uno de mis mayores enemigos. Aún recuerdo cuando me di a la tarea de organizar una campaña de limpieza en el parque local con mi grupo de ayuda para dejar de fumar. Equipados con guantes y bolsas de basura, fuimos recogieron decenas de colillas de cigarro de las calles y parques en tan solo unas pocas horas.
El agua y la tierra son nuestras fuentes de vida y con las colillas de cigarro, solo las contaminamos. No es solo el agua la que se contamina, un pequeño descuido puede provocar consecuencias inimaginables. Los incendios forestales son una amenaza constante en áreas propensas a la sequía y una colilla en el lugar equivocado, podría causar una tragedia. En Oregon, nuestros bosques y la vida animal se encuentran bajo constante amenaza por la imprudencia de algunos fumadores.
Lo peor es que los efectos secundarios de las colillas no acaban ahí. No es solo el agua o la tierra la que se ve afectada, sino también tienen un gran impacto en la salud de las personas que entran en contacto con las colillas. Ya sea por estar cerca o expuestas a un cenicero o por tener que recogerlas.
Solo de pensar y recordar todos los efectos que causan estas diminutas pero poderosas fuentes de contaminación, me hace querer regresar a organizar grupos para limpiar nuestras áreas verdes y nuestras calles, para dejar información en más espacios o para trabajar con organizaciones o grupos de personas que ya están implementando acciones.
¡Que las colillas no nos ganen la lucha!
*Fuente: https://smokefreeoregon.com/the-challenge/environment/
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