Gerson empezó a fumar para convivir. Recuerda que cuando vivía en El Salvador entró a trabajar a un call center y le daban varios breaks al día y sus amigos aprovechaban algunas de esas pausas para ir a fumar. Él empezó a acompañarlos y, a pesar de que no le había gustado el cigarro cuando lo probó por primera vez, se habituó a esas dinámicas con sus amigos. También al cigarro.
Hace cuatro años, Gersón se mudó a los Estados Unidos con su familia y además de sus maletas también se llevó consigo el gusto por fumar. Se había convertido en adicción. Recuerda que fumaba después de comer, mientras manejaba y cada vez que se le antojaba. No importaba el clima. “Cuando necesitas un cigarro no te importa el frío o la lluvia”, rememora.
Su familia y las personas que lo querían ya le habían dicho que fumar no estaba bien. “Me pegó sobre todo que mi hija le dijo a la mamá que no le gustaba que yo fumara”. Para ese entonces, 10 años después de aquellos smoking breaks en El Salvador, Gerson ya no estaba tan a gusto fumando. De hecho tenía tiempo pensando en dejarlo. “Siempre estaba apestoso, tenía ceniza en mi carro”, recuerda con mueca de asco. “Tuvieron que suceder muchas cosas en mi vida para que hiciera algo al respecto. Simplemente quería ser mejor persona”.
No fue un proceso fácil. Al principio, suplantó el cigarro con el cigarrillo electrónico y le fue bajando el nivel de nicotina hasta que lo que vapeaba no tenía nicotina. Pero esto no fue la solución definitiva. A veces todavía se le antojaba fumar y encendía un cigarro y lo apagaba enseguida, hasta que por fin decidió cambiarlo por bombones y lollipops. “El cigarro te deja la mala costumbre de tener algo en la boca, por lo que los lollipops sirven de maravilla. Además, son tan dulces que te hacen tomar mucha agua”.
La vida de Gerson ha dado un vuelco positivo. Le gusta haberse desprendido el olor del cigarro en su ropa y su casa, tener su coche limpio, no tener la necesidad de mascar un chicle cada vez que saluda a alguien. Y también tiene más dinero. “Gastaba mucho dinero, porque era de los que compraba la cajita y le daba cigarros a cualquier persona”, se ríe. Gerson también está contento porque tiene más control sobre sus decisiones, y eso es importante ahora que está terminando su formación para ser técnico automotriz, y hay dos compañías que lo han certificado para poder trabajar con ellos. ¡Un gran futuro por delante!